"Un día como hoy 11 de febrero de 1811 , Fallece en Santo Domingo, del General Juan Sánchez Ramírez, héroe de la Batalla de Palo Hincado”.
Batalla de Palo Hincado
El el día 7 de noviembre del año 1808 fue
escenificada la batalla de Palo Hincado, encabezada por el héroe cotuisano
Brigadier Juan Sánchez Ramírez, donde resultó derrotado el
ejército francés.
Esta gesta heroica, denominada la
Reconquista, tuvo como objetivo principal recuperar la española, ocupada
por el ejército francés desde el año 1802. Lea más
Esta batalla, no fue una lucha propia de una clase social
determinada, sino una obra de todos y cada uno de los habitantes de la parte
oriental de la isla de Santo Domingo.
Cabe destacar que la gesta patriótica de 1808
contribuyó a recuperar la nación y trazarle el camino a Juan Pablo
Duarte, para que en este
territorio, cuyos habitantes tenían en común la lengua, el origen, la historia
y la cultura, surgiera un Estado independiente con el nombre de República
Dominicana.
Cabe destacar que luego de tomar el control
de la colonia, Juan Sánchez Ramírez, comenzó de inmediato,
cual si fuera presidente de un país independiente, a impulsar el desarrollo
económico, social y cultural; abrió los puertos dominicanos al comercio
exterior y rehabilitó la Universidad Primada de América.
No confiando momentáneamente en Díaz, resolvió tomar él solo todas las
disposiciones en la noche del 6, víspera de la fecha anunciada por Ferrand para
su entrada en el Seibo. La lluvia no
cesaba, con todas sus adversas consecuencias. En la madrugada del 7 les escampó en el hato
de la Candelaria y Sánchez Ramírez hizo secar al fuego los fusiles, amunicionar
la tropa y proveer de lanzas a los de a caballo, presto a combatir “el furor y
la rabia de los Napoleones que infestaban la Primada de las Indias por la
infamia de un español desnaturalizado”.
Los reconquistadores llegaron a Palo Hincado entre las nueve y las diez
de la mañana. El brigadier puso a Francisco Díaz en una posición de confianza
en lo más alto del terreno, al frente de los casi trescientos combatientes que
portaban fusiles. En el mismo lugar se instaló Sánchez Ramírez con su estado
mayor, impartiendo órdenes para distribuir convenientemente sus tropas.
Entre muchas otras disposiciones tomó la de ordenar al puertorriqueño
José de la Rosa emboscarse con treinta fusileros a retaguardia del enemigo para
distraerle la atención después que rompiese el fuego en el frente. De la Rosa
había sido uno de los llegados a Boca de Yuma el 29 de octubre, procedentes de
Puerto Rico.
Situado en el centro de su ejército, en la eminencia mencionada, el
brigadier colocó a su derecha a Manuel Carvajal y a su izquierda a Pedro
Vásquez. Miguel Febles le servía de ayudante mayor.
Desde aquel lugar arengó a la tropa. Le advirtió que la acción iba a ser
decisiva, puesto que viniendo al frente de la expedición enemiga el propio
gobernador, con lo más granado de las fuerzas de que disponía, su derrota
significaría el triunfo de la campaña. Recomendó asaltar al arma blanca después
de la primera descarga, para evitar el efecto de la mejor fusilería y táctica
de los franceses. Terminó la arenga anunciando que aplicaría la pena de muerte
al soldado que volviera atrás la cara; al tambor que tocara retirada y al
oficial que la ordenara, aunque fuera él mismo. En esta forma obligó a todos,
incluso él, a pensar que era mejor morir peleando que deshonrosamente fusilado.
Su exclamación final fue un viva a Fernando VII, el príncipe que en aquellos
momentos personificaba las mejores esperanzas españolas.
A la arenga del caudillo siguieron tensos momentos de silencio y
atención. Los franceses avanzaron y rompieron el fuego cerca del medio día. Una
caballería gala se avalanzó para cortar la izquierda hispano-criolla. Los
jinetes dirigidos por el capitán Antonio Sosa no perdieron tiempo y corrieron
al encuentro de ella, obligando a los atacantes a tirar de las bridas. Este
primer choque cuerpo a cuerpo fue sangriento. Sánchez Ramírez impartió a la
caballería de su ala derecha, encabezada por el capitán Vicente Mercedes, la
orden de avanzar, operación que se ejecutó con gran rapidez, arrollando al
enemigo. Diez minutos de pelea bastaron para que el campo quedara cubierto de
cadáveres franceses.
La táctica de los hispanos-criollos consistió, como lo consigna el
Diario de Sánchez Ramírez, en convertir rápidamente el duelo a balazos a
distancia en combate cuerpo a cuerpo, en que eran duchos los aguerridos
dominicanos. La ejecutaron con tal presteza y osadía que de la parte de ellos
sólo hubo siete muertos. Entre éstos, significativamente, los jefes de los dos
cuerpos de caballería, los capitanes Antonio Sosa y Vicente Mercedes.
Viendo deshechos sus batallones, el general Ferrando dispuso el retorno precipitado
a Santo Domingo con un grupo de oficiales supervivientes. Los persiguió un
escuadrón capitaneado por el coronel Pedro Santana, padre del homónimo futuro
caudillo de la República. Los fugitivos ganaron distancia al aventurarse a
cruzar un torrente que no se arriesgaron a salvar los perseguidores, lo que les
permitió detenerse a descansar en la cañada de Guaiquía. En este paraje el
infeliz Ferrand, dominado por el abatimiento, se quitó la vida de un
pistoletazo en la cabeza.
En esta forma se libró la célebre batalla de Palo Hincado el 7 de
noviembre de 1808. Fue “el tercero de los grandes acontecimientos bélicos en
que cobró fuerza triunfante la secular voluntad dominicana de seguir hablando
en español. Los anteriores habían sido la victoria sobre los ingleses en 1655 y
la batalla de la Sabana Real el 21 de enero de 1691″.
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