lunes, 7 de julio de 2014

Clientelismo, habichuelas con dulce, pan y circo. No. 57

Heriberto Lara.


El clientelismo es una práctica de manipulación, persuasión, de corrupción y de manejo de consciencia que utilizan los políticos para ganar adeptos, seguidores y cargos como ocurre en la República Dominicana.

Repartir cosas como poder condicionado y condicionante para ganar apoyo es algo sistémico y estructural en R.D. que lo practican todos los políticos y partidos, en el gobierno y en la oposición.
     
Dar dádivas, prebendas y cualquier cosa es un recurso de los políticos para ganar adhesión, fuerza, poder, dominio, don de mando, riqueza, intereses y acumulación de capital.

 ésto es un fenómeno social del sistema capitalista democrático representativo clientelar de la nación dominicana. El clientelismo forma parte de la organización del sistema político del país. El clientelismo es una cultura, una tradición y una costumbre arraigada  en la sociedad dominicana y en las naciones por la práctica y el ejercicio del poder de  los políticos.


En todos los poderes del Estado dominicano: el Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Municipal y hasta en el llamado sectores privado, se practica el clientelismo. En la sociedad dominicana y  en el mundo la gente anda buscándose lo suyo.

La organización, sistema y ordenamiento político estructurado en la República Dominicana condiciones a las personas por diversas razones: lucha de poder, de intereses, de clases, necesidad y múltiples motivaciones humanas al andar como se dice popularmente con el “cuchillo en la boca”.

Para este ejercicio, los políticos del sistema se valen de compras de consciencia, favoritismo, privilegios, nepotismo, amiguismo y de todos tipos de favores para conseguir apoyo de voluntades.

De acuerdo a tratadistas, doctrinarios, la ciencia política, teóricos, normativistas y profesionales del derecho, el clientelismo político es una intercambio extraoficial de favores mediante los que ejercen cargos políticos regulan la concesión de prestaciones a cambio de apoyo electoral.

Se considera el clientelismo político como un sistema de poder sobre las decisiones del aparato administrativo del Estado para obtener beneficio privado.

“En general, los sistemas clientelares aparecen donde la necesidad de integrar rápidamente un elevado número de participantes a un sistema político sin tradición organizativa lleva al desarrollo de sistemas de mediación informal entre la acción estatal y las necesidades de las comunidades”, indican algunos autores. El clientelismo, como práctica del realismo político, se expresa de diversas manifestaciones dependiendo de los regímenes, gobiernos y organización del Estado.  Eso es una práctica social que se produce a todos los niveles.

En la República Dominicana, el clientelismo político se manifiesta entre los legisladores, el gobierno y funcionarios distribuyendo y repartiendo regalos en violación y distorsión de las leyes y la Constitución, pero impera el blindaje jurídico, la impunidad, la complicidad y la componenda.

La acción del clientelismo político entre los legisladores dominicanos se manifiesta con la repartición de habichuelas con dulce en Semana Santa (más de 14 millones de pesos); de neveras, televisores, grecas, estufas y otros regalos para el Día de las Madres, así como de cajas y canastas navideñas; mascotas, mochilas, cuadernos, zapatos y otros útiles escolares con motivo del año escolar.

Para los legisladores, funcionarios y el gobierno, el clientelismo político es como una especie de calendario, de fecha, de celebración de un día, así toma la forma de Santa Claus o Papa Noé, de la Amistad o de los Enamorados, de San Andrés; y de otras, en fin, habrá que crear más días y fechas de celebraciones, para dar más regalos.

El clientelismo político entre los diputados y senadores y funcionarios del gobierno se expresa en las ayudas, planes y programas sociales y asistencialistas, así como en los barrilitos, cofrecitos, tanquecitos, dietas, compensaciones y otras compensaciones.

La política, el poder y el clientelismo se expresan en las cajas de muertos, las canastillas para embarazadas, las recetas médicas, las facturas, las becas, las fiestas, las bebidas alcohólicas, la solidaridad, la filantropía, el humanitarismo y todas las manifestaciones sociales, que patrocinan los políticos.

Los políticos dan poco, ellos lo saben y lo dicen, como es el caso de los “honorables” diputados que al ser cuestionados por el reparto de los 176.9 millones y los 14 millones en regalos para el Día de las Madres y las habichuelas con dulce en Semana Santa, expresaron que eso era muy poco y que había que darles más recursos para dar y repartir. Creo que sí hay que darle el Presupuesto Público de los 605 mil millones para el clientelismo político.

Aunque los diputados, senadores y funcionarios del gobierno con el clientelismo político violan las leyes y la Constitución, sus atribuciones y funciones, corrompen el Estado, ¿quién los somete a la justicia?, si ellos hacen, elaboran y aplicar la ley, y tienen inmunidad, complicidad y libertad para actuar.

En la vida nadie de nada gratis, mucho menos los políticos, la vida es de interés, esa es la realidad.

Hay mucho que debatir con relación al clientelismo mientras me mantengo reflexionando sobre el ejercicio de la política y del poder sobre el aforismo del antiguo imperio de Roma: hay pueblo hay que darle “pan y vino”.     


  

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