Por: Celso Marranzini
Este artículo lo quiero dedicar a un tema que debe estar dentro de las
prioridades del sector privado y del Gobierno: proveer viviendas dignas a los
millones de seres humanos que hoy duermen a la intemperie o se guarecen en viviendas
de muy pobres condiciones.
Hace dos años me
uní al esfuerzo que hace en nuestro país esta organización, Hábitat para la
Humanidad, de profundas bases cristianas, que dedica esfuerzos y recursos para
mejorar las ruinosas condiciones en que viven más de 1.6 billones de personas
sobre la tierra.
En julio del presente
año se me pidió, y acepté, participar en la Junta Internacional de Hábitat. No
puedo negar que lo pensé varias veces, precisamente en un año muy accidentado
para mí, ya que a principios de año, fruto de una caída estuve enyesado por
seis semanas y luego me vi precisado a someterme a una cirugía en el hombro,
que me mantuvo inmovilizado por más de ocho semanas.
Todo esto, sumado
al trabajo diario, generaba dudas si debía aceptar o no. Debo confesar que es
una de las oportunidades más maravillosas que la vida me hadado. Compartir con
tantas personas un mismo objetivo, la pasión, la entrega, sin más objetivos que
el de un mundo mejor, es una experiencia inigualable.
Ya el año pasado
había participado mi esposa en una reunión con el ex Presidente Jimmy Carter y
ver el entusiasmo de una persona de más de noventa años por ayudar a los demás
es algo contagioso.
Nuestro país no escapa
de este tremendo déficit de viviendas. Más del 41% de nuestros ciudadanos no
tiene un lugar decente donde vivir. A nivel mundial, desde el 2009, sólo en
Latinoamérica, más de 23 millones de habitantes cayeron en niveles de pobreza.
Una tercera parte de las familias de nuestro continente carece de servicios
básicos.
De cada 3
millones de personas con derecho a viviendas cada año, estos terminan en casas
informales de limitadas condiciones; 24 millones de personas en la región viven
en casas sin título de propiedad. Impensable, que en este siglo de tantos
avances, más de 100 millones carecen de agua potable y de servicios sanitarios,siendo
Latinoamérica la región más urbanizada del mundo, ya que el 75% de la población
vive en las ciudades.
Las cifras de
nuestro país no están muy lejos del promedio de Latinoamérica. Alrededor del
30% de las viviendas tienen pisos de tierra, lo que provoca que nuestros niños
sufran de infecciones por parásitos y más grave aún, esto afecta su desarrollo
cognitivo, ya que disminuyen en un 3.75% por cada infección de parásitos.
Esto nos lleva a
concluir, sin perder nuestra preocupación por la educación y la salud, que
debemos concentrarnos primero en la calidad de las viviendas, ya que estas
ofrecen estabilidad en la salud de los niños, seguridad física, aumento de la
educación y el empleo y una sensación de dignidad y orgullo.
Hábitat
continuamente revisa sus planes y estrategias. Para algunos es un enigma que
una institución que maneja más de 300 millones de dólares al año quiera crecer
más. La respuesta está en el enorme impacto que tiene en la sociedad proveer un
techo seguro.
Latinoamérica
necesita 1,000 millones de dólares hasta el año 2020. De estos,USD400 millones
serán provistos directamente por Hábitat Internacional y 600 millones deben
provenir de préstamos y aportes de donantes.
Los planes para
nuestro país en los próximos cinco años (2017-2021) es impactar 10,000
viviendas, integrando micro financieras y donantes. Este esfuerzo debe
canalizar US20 millones, de los cuales USD2 millones serán aportados
directamente por Hábitat Internacional, USD8 millones de donaciones locales y
USD10 millones de financiamiento.
El proyecto
provee microcréditos para reparaciones y mejoramientos de siete localidades:
Santiago, San Juan de la Maguana, Azua, La Altagracia, La Romana, Haina y
varios barrios de Santo Domingo.
Hasta la fecha,Hábitat
Dominicana ha servido 7,000 familias, impactando de forma directa a más de
35,000.
En Haina y Los
Alcarrizos, de un plan de 1,000 viviendas ya se han realizado mejoramientos en
285, logrando el 29% de la meta de los próximos 4 años. Se considera que
indirectamente se han beneficiado 1,425 personas de bajos ingresos. Se estima
que 855 niños han sido beneficiados gracias a esta importante iniciativa.
Hábitat no sólo
provee soluciones de viviendas,sino que también da asistencia técnica para el
proceso de construcción, educación financiera y motoriza la asistencia de
voluntarios locales e internacionales, para apoyo en la mano de obra de las
viviendas.
En nuestro país
es necesario aumentar el Círculo de Líderes. Personas en la sociedad que tengan
la preocupación por mejorar las condiciones de las viviendas, impactando la
salud y la educación y que a la vez tengan capacidad de incidir en diversas
áreas del accionar de la nación.
El Gobierno
financió un proyecto en la vieja Barquita, a un costo de USD85 millones, que
debe ser un modelo a seguir para cambiar definitivamente la suerte de ese 41%
de los dominicanos de los que debemos acordarnos no sólo en tiempos de lluvia
como han sido todos estos últimos meses, sino todos los días, ya que es
necesario mejorar las condiciones demiles de familias que prácticamente viven a
la intemperie, lo que tendrá un impacto directo en evitar el hacinamiento en
que viven muchos.
El CEO de Hábitat
Internacional, Jonathan Reckford, decía en una carta: “Somos una familia
Hábitat, unidos en una visión global para que todos tengamos un lugar decente
donde vivir, juntos bajo la misma creencia de que el éxito de nuestro trabajo transformará
vidas y promoverá una duradera y positiva transformación social, económica y un
cambio espiritual en nuestras comunidades”.
“Nuestra meta es inspirar la acción e impulsar las
personas para unir nuestros esfuerzos en eliminar la pobreza de las viviendas.
Rezo a Dios que continúe en guiar el esfuerzo para llevar los planes hacia
adelante alrededor del mundo, cambiando vidas, entusiasmando más personas para
llevar esta misión hacia adelante”.
Perfectamente una
de nuestras metas para este año debe ser la de proveer una vivienda digna a
miles de dominicanos que hoy no tienen un lugar decente donde vivir.
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