Rosa Fátima Jiménez
“Y ciertamente, en algunos casos, no han faltado motivos para tal postura.” ...
La escuela no es una institución que se haya caracterizado históricamente por su apertura. Los avances y desarrollos tecnológicos, sus muros han sido casi siempre murallas con las que Defenderse de ciertas innovaciones que, en la mayoría de las veces, han sido percibidas más como ataques frontales a su identidad institucional que como elementos facilitadores de su quehacer y avance profesional. Y ciertamente, en algunos casos, no han faltado motivos para tal postura.
La presencia de la nueva tecnología ha producido reacciones del profesorado no muy distintas de las que generaron la invención de la imprenta y la consiguiente producción de libros y textos escolares. Estos, allá por el siglo XV, igual que ahora la nueva tecnología, en las postrimerías Del siglo XX, han contribuido a acelerar sus cíclicas crisis de identidad. Pues si la aparición del libro cuestionó la legitimidad del maestro como depositario y transmisor del saber, las nuevas tecnologías ponen nuevamente sobre la mesa el papel de los profesores en los procesos de enseñanza - aprendizaje.
Es evidente que las nuevas tecnologías estén siendo ya, junto a los otros factores el motor de una nueva revolución tecnológica en la que la información. “El control del conocimiento y la información decide quien tiene el poder en la sociedad”, (Castells 1994) por tal razón un buen maestro se hace conocedor del sistema de la información o de lo contrario se quedará sumido en la tradición y no podrá avanzar en el sistema educativo y en la nueva Escuela de la República Dominicana.
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