Dionicio Liranzo,
es Facilitador de Infotep y Periodista
Se sabe que un ecosistema tiene diversos agentes que hacen posible la convivencia de diversas formas de vida tanto de plantas como de animales, que a su vez componen la flora y la fauna de una determinada región.
La simbiótica cadena alimenticia de plantas y animales se manifiesta en todo panorama geográfico de la biosfera, con una dependencia común para todos, el agua. La verdadera riqueza de la vida.
En el entorno de los ríos es fácil encontrar diversas formas de vida, mutuo, dependientes entre sí, en tal forma que la desaparición de una especie podría emplazar o comprometer la existencia de otras. Así sucede en los mares, llanuras, montañas y hasta en los desiertos.
Pero el afán del hombre de cambiar la superficie terrestre, buscando el cuestionado desarrollo, ha sido el elemento que más daño ha causado al paisaje terrestre natural, habida cuenta de que, primero causamos el daño y luego queremos resarcirlo.
Quitamos los árboles de la rivera de los ríos y luego queremos reforestar; lo mismo pasa con la extracción de materiales de construcción. Las autoridades prohíben la extracción cuando ya no fluye ni un chorrito, por lo que en otro tiempo era un caudal de agua considerable.
Qué decir de quema de carbón. Esta práctica tiene efectos funestos para medioambiente, primero como enemigo acérrimo de los ríos, por la deforestación y segundo por el alto grado de contaminación que representa, contribuyendo considerablemente con el calentamiento global del planeta como gas invernadero, debido a la contaminación por combustión.
En países pequeños y pobres como el nuestro, se debe tener mucho cuidado con la explotación inapropiada de los recursos naturales, pues podría ser más la sal que el chivo.
La incidencia de naciones poderosas del mundo, que persiguen explotar nuestros yacimientos de metales muy preciados en el mundo, como es el caso de la Loma Miranda, sólo contribuye a destruir la verdadera riqueza; la que sí beneficia a todo el mundo, el agua.
Debemos pararnos en dos patas para evitar que las transnacionales nos engañen una vez más, ofreciéndonos pobreza revestida de progreso. Si caemos en eso, nos quedaremos sin oro y sin agua. Ya está bueno de engaños, por nuestro complejo de Guacanagarix.
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