"Se puede engañar a parte del
pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el
tiempo". Abraham
Lincoln
¿Cómo hemos permitido que nuestro país se haya convertido en uno de los
más corruptos en el mundo? porque nuestra formación moral como individuos
es pobre. La principal línea de defensa contra la corrupción es la formación
moral del individuo. Esta formación comienza desde la niñez, desde antes de
empezar la escuela, y después debe ser moldeada en las escuelas y las
universidades para que el individuo esté preparado moralmente para insertarse
en la sociedad con la moral necesaria para combatir la corrupción, no para
aceptarla.
La corrupción es la principal amenaza contra el sistema democrático porque lo corroe por dentro, y porque la ciudadanía acaba desconfiando, primero, de sus representantes y luego de las instituciones.
Es
el afán de poder, por encima, más bajeza alrededor, más capacidad de someter a
los demás, más ambición por ser objeto de flashes o buscando brillo y compartir
mesa y mantel con los grandes. Y ¿detrás
de esa foto? La hambruna de ser visto (que no de ver), y no de cualquier
manera sino de ser visto por otros como un igual. Soy como ellos, puesto que
salgo en las mismas fotos y accedo a los mismos círculos. El lucro al que
permite acceder la corrupción tiene su máximo exponente en los grandes eventos
sociales donde corrompidos y corruptos juegan a deberse favores oscuros, se
prestan para hacernos reír o para
entristecernos, para reflexionar acerca de nuestro país y hasta de los
representantes que elegimos.
“Al
divisar semejante espectáculo, que me permite comparar a nuestra ciudad capital
con otras importantes ciudades del mundo, me digo para mis adentros, caramba,
he lo ahí, lo hemos logrado: el Nueva York chiquito”, Leonel Fernández en
su discurso de rendición de cuentas número 14 el 27 de febrero del 2012.
Parece
que algún oscuro burócrata trata de revivir la frase que durante aquellos 12
años Joaquín Balaguer pronunciara tantas veces, rodeado de su feroz pandilla de
gorilas de horca y cuchillo: “Aquí no
hay presos políticos, sino políticos presos”, en tiempos en que las
cárceles estaban llenas de militantes revolucionarios a los que les inventaban
todo tipo de delitos comunes para justificar su encarcelamiento, enmascarando
así las razones reales del hecho represivo. Ojalá, por el camino que vamos (ahí
tenemos el caso del mocano Guanchy Comprés), no oigamos decir a Danilo: “Aquí no hay presos políticos, sino
políticos presos”.
No
existen vacas sagradas”… ¿Eso dijo?. Bueno, aunque él no quiera verlas, este país está
lleno de vacas sagradas: Hay muchas vacas sagradas políticas. Muchas vacas
sagradas que manejan grandes bancos, grandes industrias y grandes comercios.
Hay una enorme cantidad de vacas sagradas en altas funciones del Estado. Añada...
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