Por:
Milqueya Monteagudo
Las
personas permanentemente estamos a la búsqueda satisfactoria de buenas
emociones.
En
esta ocasión, al desviar la mirada del camino, perdí la razón de la búsqueda.
EL
VERSO
Se
me ha perdido un verso,
puede
estar debajo de unos párpados,
o
tal vez escondido en la concha de un caracol,
en
la playa nocturna de los sueños.
Lo
perdí, no sé donde.
Siento
como la alegría se presenta lejana
ante
su ausencia.
Busco,
busco, no lo encuentro.
Ese
verso perdido, tal recuerdo,
lo
deposité en cinco ramas de futuro en amor
y
olvidé, el hoy.
En
este momento, lo busco,
sobre
la almohada, en el rocío,
entre
mis uñas, al lado del fastidio,
en
el álbum del recuerdo y
en
mis labios.
Siento
la desesperanza de la incertidumbre,
ooooh,
de aquel verso, como lo extraño.
Hoy,
lo he buscado en un desierto de besos,
en
otros labios, busqué en los desencuentros,
en
los encuentros y no lo vi.
Aquel
verso, tan sólido, tan amado, tan mío.
Quizás
deba cansarme, subir a una nube,
olvidarlo,
irme. No puedo.
Ese
mi verso perdido, camuflado, escondido,
incansablemente
iré a buscarlo,
en
otros versos.
milqueyamonteagudo@hotmail.com
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